Page 10 - boletin AFP-24 2023 JUNIO
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A. F. P.
Un Artista con alma de Delincuente
…y para muestra un botón
En la pequeña ciudad de Pistoia, en la maravillosa y romántica Toscana italiana,
corriendo el año 1884 nació Giovanni Speratti, hijo menor de un coronel retirado, curioso por
el devenir “profesional” del pequeño Giovanni. Su vida se truncó en 1957. Llevó su orgullo
italiano hasta el final de sus días y aunque vivió la mayor parte de su vida en Francia
siempre mantuvo su pasaporte italiano.
Hasta aquí todo normal si no estuviéramos hablando de Jean de Sperati,
considerado universalmente como el mejor y más peligroso falsificador de sellos que jamás
haya existido. Desde pequeño ya mostró una gran destreza con el dibujo y la caligrafía. Fue
precisamente en la escuela donde comenzó sus andanzas dedicándose a falsificar la letra
del profesor en las hojas de calificaciones de sus compañeros de pupitre a cambio de
golosinas y pequeños juguetes.
En su juventud todo parecía ir modelando su
futuro, pero tanto sus trabajos como los conocimientos
que con ellos adquirió no eran más que producto del
azar y de una familia muy numerosa que necesitaba
trabajar para sobrevivir. Su primer empleo fue en un
estudio de fotografía y taller de artes gráficas que uno de
sus hermanos tenía en Turín, y allí aprendió técnicas de
heliografía, litografía e impresión. Posteriormente pasó
un tiempo en una fábrica de papel de otro de sus
hermanos en la localidad de Guarcino,
y como no, allí conoce las distintas clases de papel y sus formas de tratarlo. Finalmente el
mayor de sus hermanos, Comerciante filatélico, le inculcó el amor por esta ciencia. Y casi
como si de un juego y una diversión se tratara su hermano le encargó hacer copias de
sellos, que mostraba a los filatelistas más reconocidos de la época, quienes no eran capaces
de distinguir el original de la copia.
En otro giro de la historia Speratti comenzó a trabajar como marchante, con el
tiempo se convertiría en uno de los principales comisionistas del mercado filatélico europeo,
recorrió todo el continente ofreciendo los sellos de su hermano, y, mezclados entre ellos, las
imitaciones que él mismo hacía. El negocio prosperaba y en nuestro protagonista se instaló
en París con sus hermanos Mariano y Massimo. Y fue precisamente allí donde consideró
oportuno afrancesar su nombre, pasando a ser conocido como Jean de Sperati.
Su negocio prosperó con gran éxito pero pese
a ello no dejó de hacer y vender sus falsificaciones. Para
estar cubierto ante posibles reclamaciones, en los
catálogos de su agencia “Sperati” los falsos llevaban el
añadido de “copias artísticas”. Así mismo sus iniciales
figuraban con lápiz en el dorso de los sellos, unas marcas
que podían ser fácilmente borradas, incluso el propio
comprador ignorante de su significado. Para mayor
ambigüedad el propio nombre de su negocio “Philatélie
d’Art”, estaba estudiado para el cao de problemas poder
argumentar que en él se ofrecían tanto productos
filatélicos como imitaciones artísticas.
Como todo falsificador, Jean de Sperati tenía como objetivo el lucro a través del
engaño. Si en algo se diferencia de otros delincuentes es por su excelente preparación
técnica y su gran trabajo metódico, así como por su alto nivel de exigencia que lo llevó
BOLETIN FILATELICO Nº 24 10